No hay más que una vida, no hay reglas, ni juicios más que los que vos aceptes o crees para vos mismo, y cuando se acaba, se acaba, duermes por toda la eternidad. Se feliz mientras estés aquí...

domingo, 12 de diciembre de 2010

Esena..


Podría volver atrás cortar esta película y separar cada verde azul cada magenta. Podría rebobinar y poner pausa a cada parte favorita verla cuadro a cuadro en camara lenta. Podría verse en una cama temblando, sentada en un pasillo una tarde cualquiera riendo gracias por llamar te necesito y el aire en la cara tan puro, tan respirar. Podría verse saliendo por otro pasillo, una puerta blanca una pared un beso los labios carnosos qué lindos ojos tenés. Las lagrimas los ojos pidiendo que te quedes riendo enroscada en unas sábanas. O tal vez una noche junto a un fuego y muchos deconocidos pero con él ahí y ese otro por conocer. Podría verse al filo en blanco y negro sentir la tristeza en cada poro hundirse velar la película. Podría tomar el rollo de la vieja cámara, cortar del negativo cada imagen y ubicarlas de vuelta. Podría...
Pero fluye se suelta cae la cinta al suelo y se enrieda en miles de espirales azul verde magenta se le escapa de las manos cada escena y el guión se reinventa..
esta vez es ella sentada en el muelle, esta vez es ella en la foto de otro...

1 comentario:

  1. Reza el acervo popular, que es la propia “persistencia” quien determina la existencia o SER de un objeto/sujeto. Partimos de una “razón de” para llegar a la “constitución de”. Ese SER dentro de lo “sabido” (o voluntad impenitente / persistencia) es lo que troca aspiración en “necesidad experimental”: Somos aquello que queremos ser. Queremos ser “aquello” (en referencia al anterior precepto) porque conocemos la existencia –y su prima hermana, el vivenciar- . O lo que es igual… “La roca busca perseverar como roca. El tigre, como tigre… Y el hombre, como hombre”.
    Algo similar, ocurre con nuestras mundologías prácticas. Sobre todo, aquellas que demandan una cuota (quepa quizás la utilización del adjetivismo “GRANDE”) de emoción. Con la misma tenacidad que solemos repetir errores… La reiteración accionaria, nos lleva a tratar de acomodar las piezas dentro de ese gran collage llamado “vida”, para que, recuerdo mediante, volvamos a reestructurar nuestras historias sobre una misma base. ¿A qué responde esto? Al temor por lo desconocido o volver a barajar. De esta manera, refrendamos cuentos, historias y deseos, partiendo SIEMPRE de un sustrato común: individualidad o EGO.

    ¡Qué hermoso sería poder doblegar los pilares de las presunciones particulares o cosmogonías!

    Aprender en toda su extensión, o, como dictan las sentencias orientales: Morir para volver a nacer. La tan afamada exégesis de la regeneración.

    Empero a lo anterior, un buen hombre –versada simiente- llamado Heráclito, descubrió la verdad detrás del objeto (escenario / marco / espacio) y la línea temporal: Una misma persona puede zambullirse 2 veces en un mismo río, siendo para cada situación, una persona distinta, y, un rio tan disímil como la propia y novel persona. Como corolario: una vez conocido el objeto a conocer, la percepción sobre éste y el mundo… ¡Cambia!

    Entonces, cabe preguntarnos: ¿Podría seguir acomodando las filminas de la misma manera que, en aquella, su vez primera? Denodadamente NO.

    Como el guión que se reinventa a cada instante, el propio sujeto y su marco referencial, desarrollan una tarea afín: evolución o cambio. La misma cinta, los mismos espirales verde magenta, un corazón carmesí y… Una película a exhibir, única, fugaz e irrebatible, que ya no sólo cambia a partir del sujeto y su marco referencial, sino… A partir de aquel que la contempla.



    "Si (como el griego afirma en el Cratilo)
    el nombre es arquetipo de la cosa,
    en las letras de rosa está la rosa
    y todo el Nilo en la palabra Nilo..."

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